miércoles, 3 de agosto de 2011

A 115 años

La primera huelga con sello tolosano


El 13 de agosto de 1896, en los talleres ferroviarios de Tolosa (cerca de La Plata, provincia de Buenos Aires) unos 700 obreros calificados, más los peones, decidieron presentar un petitorio para que se contemplara las 8 horas de trabajo y el descanso dominical, sin modificar el salario y el pago de horas extras.
Por supuesto, la respuesta de la empresa fue un rotundo ¡no!. Los obreros realizaron una asamblea y decidieron declarar la huelga. La empresa de capitales ingleses, recurrió al gobierno pidiendo represión, y éste envió a la policía a caballo a reprimir la huelga.
En otra asamblea de los trabajadoes se resolvió continuar la huelga y solicitar la solidaridd de todos los ferroviarios del país (ya tenía la Argentina 72.000 kilómetros de rieles), y en consecuencia, inmediatamente los talleres de Caballito, en la Capital Federal, se plegaron al reclamo. Lo siguieron los talleres de Solá que era el segundo conglomerado ferroviario más grande del país y 1.000 operarios se solidqarizaron a las exigencias de sus compañeros.
Una a una las estaciones de trenes de todo el país adhirieron al paro, ya que los obreros usaban el telégrafo del ferrocarril para comunicarse y se pasaban información en código Morse entre ellos, usando los mismos equipos del ferrocarril.
Los ingleses, desesperados pero no dispuestos a que los obreros les disputaran sus ganancias, pidieron una dura represión al gobierno, pero ya eran mas de 20.000 los huelguistas, trabajadores sin gremio, sin dirección pero con un alto sentido de la legitimidad de sus reclamos. Estaban conociendo el valor de la solidaridad y la lucha.
La empresa trató de traer extranjeros para suplantar a los huelguistas y publicaron avisos en diarios italianos solicitando trabajadores ferroviarios y ofreciendo altos sueldos.
Pero ya estaba la Internacional Italiana que había organizado las primeras movilizaciones del 1º de Mayo desde hacía 4 años, trabajando y aclarando a los obreros genoveses que no vinieran, que su trabajo sería el de rompehuelgas y llamaba a solidarizarse con las luchas, por lo que el intento de la patronal fracasó.
La lucha duró 3 meses, y aunque no se lograron todos los puntos del petitorio, la semilla sembrada hizo que la clase obrera decidiera pasar a ser protagonista de su propia historia.

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