lunes, 1 de junio de 2009

Historia de Ringuelet


1º de Junio, 123ª aniversario

Nacida en torno a los hornos de ladrillo que se instalaron para abastecer la creciente demanda generada por la construcción de la flamante capital de la Provincia de Buenos Aires, Ringuelet tuvo su acta fundacional con la inauguración de la estación ferroviaria, pero su historia comprobable comienza mucho antes.
De acuerdo a los archivos de la Dirección de Geodesia, el 29 de junio de 1695, el Padre Gregorio Cabral, rector del Colegio de la Compañía de Jesús, certifica la transferencia de las tierras de Juan Castaño Becerra a Luis de Pessoa de Figueroa.
Más acá en el tiempo, el 21 de abril de 1884 Ramón Ventoso compra al fisco de la Provincia una chacra, con una superficie de 32 hectáreas, tierras que hoy ocupan parte de la localidad de Ringuelet.
Ringuelet pertenece al grupo de pueblos que crecieron en torno a una parada o estación del ferrocarril. Luego de fundada la ciudad de La Plata, se comenzó la construcción del ramal ferroviario para unir a la nueva capital con otros centros urbanos. El 13 de marzo de 1886 se aprobó la habilitación de la estación de Ringuelet para el uso público, cosa que se hizo efectiva el 1º de Junio de ese mismo año, junto a la estación de Abasto.
Desde ese momento, desde Ringuelet se podía viajar a Buenos Aires, hacia La Plata y a la estación Ferrari (hoy Brandsen). Los trenes eran tirados por máquinas a vapor y tenían 8 vagones los que iban a Buenos Aires y uno solo el que rumbeaba para Ferrari
Las tierras de la estación de Ringuelet fueron vendidas por Jorge Bell a la empresa ferroviaria y se la ubicó en el lugar, por existir un pequeño núcleo poblacional. Eran ranchos o casitas precarias diseminadas en torno a las fábricas de ladrillo. Luis Cerrano, Portalulfem Carboniel y Cia, eran los más destacados. Por entonces también existía en la zona de 511 y 13 una pequeña escuela.
La Escuela Nº 25 era una casilla de madera pintada de color gris verdoso, con techo a cuatro aguas y circundada por una galería. Era anterior a la fundación de la estación, ya que fue inaugurada el 26 de abril de 1886. Tenía solo 4 aulas.

EL NOMBRE DE LA ESTACIÓN

El Ferrocarril del Oeste decidió imponer a la flamante parada el nombre de Ringuelet en homenaje al Ingeniero Augusto Ringuelet, que había sido gerente de la empresa.
Nacido en Francia el 30 de octubre de 1829. Cursó en la Facultad de Ciencias y en la Escuela de Artes y Manufacturas de París, para egresar con el título de Ingeniero. En su país natal tuvo experiencia en ferrocarriles ya que en 1853 ingresó al Ferrocarril del Este. Diez años después llegó a la Argentina con su esposa y su hijo Julio, para trabajar en las oficinas de Otto Aming que estaba encargada de la ampliación de los ramales del ferrocarril del Oeste. Rápidamente alcanzó el cargo de Ingeniero de Vías y Obras y participó del tendido de líneas telegráficas y vías. También participó en proyectos para la construcción de puentes, edificios e incluso el puerto de Buenos Aires. Fue vicepresidente de la Sociedad Científica Argentina y fue el autor del primer reglamento de ferrocarriles en la Argentina.
En 1882 se radicó en Barcelona, por razones de salud, mientras que a su regreso, integró el directorio del Banco Hipotecario. Finalmente recaló en La Plata donde falleció el 14 de julio de 1915 a los 85 años.

LOS VECINOS SE AGRUPAN

Los fraccionamientos y loteos se sucedieron, siendo el más importante el registrado en 1913 cuando se dividieron las tierras pertenecientes a la sucesión de la señora Celestina Jiménez de Bilbao en 160 lotes y que comprendían la fracción existente entre 7 a 13 y de 509 a 511.
A principios del siglo existía una Sociedad de Fomento, cuyo presidente era Sergio Casinetto, vecino de 13 y 516 y el tesorero era el jefe de la estación, de apellido Malatesta. Esta entidad construyó una vereda desde el terraplén del ferrocarril hasta la escuela, utilizando ladrillos de descarte aportados por la empresa Ctibor.
"Conversando con los vecinos más antiguos se puede reconstruir parte de la historia de esta localidad", nos dice María Cecilia Chiusaroli, quien recopiló el pasado de Ringuelet, y de cuyo trabajo tomamos parte, junto a datos recogidos del Departamento de Investigaciones Histórico y Cartográfico de la Dirección de Geodesia, recortes periodísticos, etc.
Ella señala que "Raúl Dionisio Marchioni nos cuenta que siendo muy pequeño, sus padres se instalaron en la calle 6 y 514 de Ringuelet. Pasando la calle 520 hasta la 509 donde está la estación, todo era campo, existía un mejorado en la actual calle 7. A la altura de 7 y 515 estaba el arroyo "El gato" con un puente bastante angosto de madera. El tranvía "13" llegaba hasta 7 y 520 y desde ese lugar la gente entraba a Ringuelet a pie, a caballo o en bicicleta.
El padre de Raúl, de nombre Enrique, tenía un tambo, era una de las ocupaciones de los vecinos de esa época en el barrio, él contaba con 35 vacas. Los lecheros en sus carros se llegaban hasta ese lugar para comprar la leche, para luego venderla casa por casa. Los carros eran usados además de los lecheros, por los verduleros y carniceros; estos últimos eran de chapa y zinc para conservar la carne".
Según testimonia la escritora "Cuando Raúl contaba con 12 años (1943) se hizo el puente de cemento y se asfaltó la calle 7. La madre de Raúl usaba una cocina a leña y en ella preparaba dulce de leche, arroz con leche, y grandes pucheros para toda su familia. En el fondo de su casa tenía una quinta y cambiaba con sus vecinos lo que sembraba. Existía muchas veces el "trueque" o intercambio de mercaderías.
De acuerdo al decir popular, los Hidalgo y los Gaggero fueron las más antiguas familias de la zona, existiendo también los Carreras, los Bianchi, los Piazza y Di Giorgi. En 1925 vivían en Ringuelet familias como los Martiniano y Ponciano Arismendi; Anselmino, Avelino Aguirre, Baritoni, Belardi, Bertoia, Bertolini, Borani, Catelani, Demarchi, Frasetto, Gamba, Gismondi, Graffi, Malatesta, Pastorino, Villahoz, entre otros.
Don Efizio Casale hacía el reparto de mercaderías y llegaba a Ringuelet dos veces por semana. Luego comenzaron a instalarse los almacenes, en 13 y 513 estaba el de Canestri, vendido mas tarde a la familia Duran. En 13 y 514 se había instalado Don Laureano Redondo. En 514 y 16 el almacén propiedad de los Graffi. En 8 y 516 el de Doña Clelia Del Bon y Guiseppe Francheschi. En 516 entre 7 y 8 el kiosco de Don Salinas, donde se podía conseguir desde una aguja hasta artículos de librería.
Casi diariamente pasaban por el pueblo los reseros, arriando hacienda hacia los frigoríficos de Berisso, y paraban para refrescarse en los boliches de la zona. En el Centro Glorias Argentinas, ubicado en 13 e/ 509 y 510 se hacían reuniones danzantes y concursos de baile. Era una casilla de chapa con piso de pinotea, donde se lucía la orquesta del inspector ferroviario Fernocchia.
La juventud se entretenía en la costa del arroyo del gato, que por esas épocas no conocía la contaminación actual. Algunos se bañaban a la altura de 8 donde había una pequeña isla y otros se dedicaban a la pesca.
El señor Pedro Omar Iori se emociona al recordar que él se bañó y pescó en el arroyo "El Gato". Hace 50 años atrás, el agua era clara y podían verse grandes piedras en el fondo del arroyo, algunas del tamaño de un zapallo grande. El sitio preferido de los muchachos del barrio era la parte donde desemboca la actual calle 10 bis y 514 donde a escasos metros había un riel instalado de orilla a orilla, y un alambre que atado a ambos lados hacía las veces de pasamano.
Se programaban competencias de pesca y se llegaban a sacar grandes peces. Don Pedro recuerda haber escuchado de su tío que en los años 20 se sacaban los peces con horquillas, ya que el agua era tan transparente que se los podía ver atrapados entre las piedras.
Para los mayores de 20, funcionaba cerca del arroyo y 11 un prostíbulo, regenteado por una mujer conocida como "La Francesa".
El primer teléfono se instaló en la fábrica Ctibor, pero lejos de ser privado estuvo abierto para su utilización para casos de alguna emergencia en la comunidad. Es que por entonces, la compañía exigía que el solicitante de la línea pegue los postes para hacer el tendido desde La Plata. Tampoco había iluminación y los vecinos se alumbraban con faroles a querosene.
Rómulo Lambre hizo sus primeras armas como médico en la casa de la familia Piazza, en donde atendía luego de recibirse.

INUNDACIONES COMO AHORA

A fines de la década del 20 hubo en la zona una gran inundación, producto de grandes lluvias, sudestada y el agua que venía de la zona de Hernández por un zanjón que corría paralelo a las vías. El agua tapó el molinete de la estación, el agua entraba por las ventanas a las viviendas y en la alcantarilla de 6, pasaba flotando zapallos, sandías y algunos muebles.

LA CASA QUINTA DE LOPEZ BRAVO

En la calle 516 entre 7 y 8 había una gran quinta, perteneciente al señor Mario López Bravo, esta contaba con 40 mts. de frente y 60 de largo, se destacaba por su portón de madera (actualmente existe) y por la gran cantidad de pinos y árboles frutales, había árboles de ciruelas rojas y amarillas, parras de uvas negras (chinche) y blancas, higueras, mandarinas, naranjas y kinotos.
Tenía una glorieta con coronas de novia y plantas de aromos y una importante cancha de bochas. La casa era de material y tenía una gran estufa a leña con un hermoso piso de granito blanco y negro. Allí se reunía la gente del Jockey Club de La Plata en distintas oportunidades y se preparaban comidas de todo tipo. Nos relata la Señora Gioconda Di Luch de Chiusaroli, actual dueña del lugar que en esos días todos los vecinos que se acercaban eran convidados y también se llevaban frutos y flores que ellos mismos cortaban de los árboles
Otra vecina, la señora Graciela Irma Formoso recuerda que el dueño de la quinta tenía un auto Ford, que existían muy pocos en la zona, y los domingos invitaba a los chicos del barrio para llevarlos al zoológico, lo cual para ellos era todo un acontecimiento.

EL PASO DE JORGE LUIS BORGES POR RINGUELET

En el año 1966 los vecinos de Ringuelet se sintieron halagados por la presencia de Borges. El concurría a la calle 7 entre 516 y 517 a una casa con una arquitectura muy particular, allí vivía Elsa Astete Millán, viuda de Albarracín. Esta maestra venida del partido 9 de Julio se casó con Borges el 21 de septiembre de 1968 en la Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias, cuando el escritor contaba con 67 años, y fue la madre de este Leonor Acevedo quien actuó de madrina.
Elsa lo había conocido cuando contaba con 17 años y él la visitaba en su casa de diagonal 80 esquina 4. Mas tarde se casa con Ricardo Albarracín Sarmiento con quien tuvo un hijo, Ricardo Cesar, quedando viuda en 1963. La señora Elsa Astete, recuerda esos tiempos en una nota que ofreció al Diario "La Razón" el 15 de junio de 1986. "Nos habíamos conocido mucho tiempo antes, cuando yo tenía 17 años. Después nos separamos. Volvimos a encontrarnos en 1966 y para ese entonces yo ya había enviudado. Yo estaba enamorada de él, y él creyó estar enamorado de mí, entonces nos casamos. La separación llegó dos años después, fue en octubre de 1970 que con un simple "hasta pronto querida" él dejó el departamento en que vivíamos en la calle Maipú y Marcelo T. De Alvear y comenzó a tramitar el divorcio".
En la casa de Ringuelet se conserva el banco de piedra color manteca donde solía sentarse Jorge Luis Borges con Elsa Astete a recordar viejos tiempos.
Ringuelet no tiene plazas (como tradicionalmente se conocen estos espacios verdes). Sin embargo, en la década del 30 se planeó reservar un espacio para ella en la zona de 10 a 12 y de 511 a 514, pero nunca se concretó.
Los vecinos de más de 50 recuerdan la oportunidad que llegaron a Ringuelet el presidente Perón junto al embajador de México para inaugurar la "Ciudad Armex" (Argentina-México) al otro lado de las vías. Se iba a levantar una gran fábrica rodeada de viviendas destinadas a los empleados y obreros. El emprendimiento contaba con la financiación de los mexicanos, pero después de colocada la piedra fundamental, todo quedó en el abandono y el tiempo contribuyó al desmantelamiento de las pocas viviendas iniciadas en 1945.

EL CLUB DEPORTIVO

Los ringueletenses allá por 1926/27 decidieron tener su propio club de fútbol, prevaleció el criterio de llamarlo "San Francisco" en homenaje al señor Francisco Ctibor, quien facilitó el terreno para la cancha en calle 13, 14, 509 y las vías del ferrocarril. Después de emparejar el terreno, se trazó el campo de juego y se construyó una modesta casa de material con dos habitaciones a cada lado, para ser utilizados como vestuario de jugadores. Algunos de los jugadores que pasaron por la entidad ringueletense fueron: Manuel Angel Leunda, Juan Belardi, Oreste y Julio Mazzuco "El Chivo" Bernardi, Raúl Ripamonti, los hermanos Caffé, "Pichón" Negri, Oscar y Juan Gismondi, Luis Collino, Felipe Angel Luis y otros.

El Centro de Fomento Ringuelet

Un grupo de amigos ringueletenses, entre ellos Arturo y Emilio Dalceggio, José y Antonio Frasetto, Gino de Giorgi, Juan y Francisco Belardi, Miguel Mazzuco, Pedro Iori, entre otros, solían reunirse en largas charlas y siempre surgía el tema sobre la necesidad de fundar una sociedad de fomento en Ringuelet Hasta que el 31 de agosto de 1947 vieron nacer el Centro de Fomento Cultural y Deportivo Ringuelet, con su primer sede en 509 entre 7 y 8, pese a lo reducido del espacio realizaban "reuniones danzantes" como decía entonces y en noches de verano se pasaban películas que atraían a mucha gente.
Los integrantes de la nueva comisión directiva decidieron abocarse a la construcción de un local propio y más espacioso. Buscaron un terreno adecuado y consiguieron que el Doctor Miguel Menella donara dos lotes en el pasaje Coronel Correa entre 512 y 513, con la condición de que el local fuera construido cuanto antes. Inmediatamente los emprendedores vecinos pusieron manos a la obra, sumándose a ellos Enrique Nocetti, Nevio y Julio Mazzuco, raúl Bruniatti, Alberto Bertoia, Luis Graffi, Domingo y Quinto Peressín, Armando Zuppa, entre otros.
La sucesión Ctibor contribuyó con gran cantidad de material de construcción. Cuando hicieron los cimientos, antes de cubrirlos, los presentes arrojaron monedas como expresión de deseos de prosperidad para la institución que nacía.

2 comentarios:

MARTA COZZETTO dijo...

Hola Ringuelet querido!!!!!!,que alegría leer tu historia,puedo aportar algo?cuando se nombra a la escuela 25,me parece bueno recordar a la señora de Todeschini,directora de la escuela y una hermosa persona,que recordaremos mas de uno,soy ex alumna del colegio,me gustó mucho la historia.MARTA COZZETTO.

s redondo dijo...

En 13 y 514 se había instalado Don Laureano Redondo , el era hermano de mi abuelo y junto a ramon atendian el negocio . si alguien tiene mas datos de laureano ya que estoy reconstruyendo su historia .gracias .S.Redondo