martes, 2 de febrero de 2010

Las Mil Casas


Un histórico de Tolosa

Se ha dicho mucho sobre sus habitantes y sobre los pasillos característicos de su arquitectura. Hacemos un recorrido por sus orígenes y damos cuenta de algunos mitos que circularon en torno a él

Muchas historias se han tejido en torno a este lugar ubicado entre las calles 522 a 524 y 3 a 4 en el vecino y longevo barrio de Tolosa. Desde cuna de peligros delincuentes, hasta recinto espectral de fantasmas autóctonos, han circulado muchas historias en torno a este sitio histórico.

Su misterioso origen se remonta al año 1882 cuando, llegados en tren desde la ciudad de Buenos Aires, arribaron vastos contingentes de albañiles para darle forma a las viviendas del futuro barrio. La presencia de los trabajadores llamó la atención de los vecinos pero no así de los funcionarios de rango de la naciente La Plata, quienes disponían toda su atención, tiempo y esfuerzo en el nacimiento de la nueva capital de la provincia de Buenos Aires.

Al poco tiempo de que hicieran su aparición en escena, comenzaron las especulaciones e intrigas con respecto a los albañiles: ¿cuántos eran?, ¿quiénes los mandaba?, ¿por qué venían? Se preguntaban muchos tolosanos.

Intentando calcular su número, algunos hablaban de cientos, otros de decenas, pero lo cierto es que la presencia de este pelotón de obreros alteró la mansedumbre de los locales y el cambio de fisonomía del barrio sería inminente.

Distantes, los tolosanos vieron cómo se levantó la construcción y, a pesar de que el diseño original contemplaba la construcción de 216 viviendas, comenzaron a llamarlo el “barrio de las mil casas”, tal vez movidos por el temeroso respeto que generaba ese misterioso laberinto de casas.

A partir de su vinculación política, el potentado capitalino Juan de la Barra recibió el dato de que Tolosa sería cuna de numerosos contingentes de obreros inmigrantes mucho antes de la construcción de los galpones ferroviarios. A partir de esta información, de la Barra y su esposa invirtieron capitales en la construcción de un barrio que sería prontamente habitado por los trabajadores.

Pero los cálculos no resultaron según lo planeado. El barrio recién se terminó en el año 1882 y no fue habitado por los obreros que trabajaron en la construcción de los talleres del ferrocarril.

Fue poblado en parte por algunos trabajadores inmigrantes que reparaban locomotoras y coches en los talleres y también algunos operarios de los Molinos “La Julia”. Este aluvión inmigratorio sacudió la parsimonia tolosana.

Los raros

La presencia de los inmigrantes y su asentamiento en el “Barrio de las Mil Casas” trajo variados comentarios. Desde que allí se ocultaban ladrones y bandidos, a ruidos extraños en la noche, todo lo que se salía de los cánones de normalidad era fruto de lo que ocurría dentro de ese misterioso barrio.

Pero la ocupación no duró demasiado. Debido a los vaivenes de la economía, en 1905 los talleres de ferrocarriles fueron trasladados al barrio capitalino de Liniers y hacia allí se desplazó en numeroso flujo de inmigrantes.

A las pocas semanas el barrio quedó completamente deshabitado. Algunos vecinos señalaron que el repentino desalojo se correspondía con la presencia fantasmal de un viejo campamento indio a poca distancia de allí, pero lo cierto es que de ese cúmulo de dialectos y costumbres extranjeras sólo quedó silencio.

“Mientras en Tolosa se multiplicaban las preguntas, en Buenos Aires las cuentas del matrimonio no cerraban. El crédito, que aún no se había terminado de pagar, fue una cuanta pendiente que Ema de la Barra, viuda desde 1904, no pudo saldar. Con los años la viuda se fue alejando de los negocios pero no de la buena vida. El Banco Hipotecario decidió, en 1910, rematar la construcción de las ‘mil casas’”, narra Ramón Tarruella en el texto “Mil casas, mil historias” publicado en su libro Mitos y Leyendas de La Plata, breves historias urbanas.

En aquel entonces resultó muy difícil encontrar un comprador y el barrio quedó por largo tiempo deshabitado.

Luego de varios años, un inversor compró la propiedad y allí se mudaron algunas personas sin hogar y también gran cantidad de vendedores ambulantes, muchos de ellos originarios de Medio Oriente, que vivían de vender en los edificios públicos de La Plata.

Este nuevo flujo inmigratorio trajo una nueva oleada de comentarios adversos. “En las casas pudientes de la ciudad se suponía que dentro de esas habitaciones se guardaba un arsenal de armas blancas, que sus habitantes eran profesionales en el manejo de navajas y que las canastas donde llevaban sus productos eran pura máscara. Pasaron a ser delincuentes, traficantes, navajeros, pungas, cafiolos y prostitutas”, relató Tarruella.

Esta animosidad contra los vecinos de las “Mil Casas” decantó en que algunos vecinos pasaran a llamar este barrio como “La Leonera”, y a señalar cualquier hecho delictivo de la zona como producto directo de la presencia de los inmigrantes de origen sirio-libanés o árabe.

Finalmente, Ema de la Barra, original propietaria de “Las Mil Casas”, se casó con el periodista y legislador provincial Julio Llanos y desarrolló una carrera como escritora, convirtiéndose en la primera mujer novelista de la Argentina. Se destacó con la novela Stella, que fue el primer bestseller nacional.

Atrás había quedado el emprendimiento que había iniciado junto a su difunto esposo y el recuerdo de un barrio que, con su presencia y mitos, trasformó la historia de la vecina Tolosa.

El dato

El trazado de Tolosa

Su trazado originariamente se extendía desde la actual calle 117 hasta la actual calle 6; y desde 528 bis hasta aproximadamente lo que hoy es la calle 35 de La Plata. En 1882, al fundarse La Plata, Tolosa perdió el sector Sud-Este a partir de la traza de la actual avenida 532.

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