Domina la velocidad
Los siniestros en calles y rutas son la principal causa de muerte en nuestro país. Un cóctel que mezcla la imprudencia de los conductores, vehículos cada vez más veloces, rutas obsoletas y deficitarias y fundamentalmente una falta de control integral de las velocidades.
Las autoridades competentes, cada vez que el agua le llega al cuello, lanzan campañas publicitarias, operativos de control y generalmente apuntan a las mismas rutas de siempre, las que llevan a los lugares turísticos.
La temporada estival es un claro ejemplo de esto, en donde la policía despliega toda su artillería a la caza de infractores, pero terminado el verano, todo se diluye y entonces las malas costumbres al volante, vuelven a enraizarse hasta la próxima temporada.
Es tanto o más peligroso un vehículo que supere las velocidades máximas permitidas en autopista, como el que lo hace en una venida de nuestra ciudad. Y sobre ello, Tolosa cuenta con unas cuantas en donde los autos pasan como en "una prueba de clasificación", sin que nadie los pare.
La avenida 7, la Antártida Argentina y especialmente el Camino Belgrano en el tramo que va desde 524 a 532, son una prueba palpable de que los vecinos conviven con un tránsito intenso y veloz, y no nos referimos solo a automóviles, sino que también los ómnibus de pasajeros, suelen marchas más allá de los límites permitidos y amenazan arrasar con todo lo que se le pueda cruzar en el camino.
No es extraño para los que circulan por esas arterias, encontrarse a diario con un reguero de vidrios, algunas manchas de aceite y sobre todo trozos de plástico que componían la carrocería de un vehículo siniestrado. Los accidentes son frecuentes, la inseguridad mayúscula y el control solo un deseo.
Por supuesto que no estamos con los lomos de burro, macabra idea a la que se hecha mano con frecuencia, plantándolos a diestra y siniestra sin ningún parámetro de forma y altura, y su única misión es aportar clientes a los talleres, debido al castigo que sufre el tren delantero. Para colmo, ante su presencia, algunos frenan, otros no y entonces no son confiables. Si, pretendemos controles periódicos como para que las buenas costumbres vuelvan a arraigarse entre nuestros conductores, los que hacen gala de su pericia y su paciencia, cuando trasponen los límites de nuestra geografía.
Algunos vecinos nos decían que "en Tolosa no existe ningún tipo de control sobre el tránsito. Es tan frecuenta la alta velocidad como los que circulan en contramano. Las calles están señalizadas, pero nadie atienda las indicaciones".
También la inquietud apuntaba a la zona de Camino Belgrano y 530, en donde "muchos de los que vienen por esta calle, se ven sorprendidos por el cruce y cuando frenan, ya es tarde y la colisión es inevitable. Hay choques casi todos los días".
La colectora de la calle 13 no tiene diferencias con la vía central. Allí, colectivos y combis compiten por ganar más pasajeros y desde el semáforo de 32 se sacan chispas para llegar primeros a 526, la siguiente parada. Mejor correrse, porque pensar que deben frenar es una utopía.
En nuestra recorrida por la zona, divisamos que están colocando semáforos en el cruce de avenida 7 y 516, lo que representa un paso adelante para mejorar la seguridad vial, ya que se convertirá en el cuarto ordenador luminoso existente en esa avenida en la zona de Ringuelet. Pero de la misma forma, comprobamos que el cruce de 13 y 526 sigue estando librado a la buena de Dios. En enero, con un parque sensiblemente disminuido se formaban varias "galletas" en las horas pico. Sin duda, en la medida que la ciudad tome su ritmo normal, la cosa va a empeorar. Se impone un smáforo y la comuna tiene las cartas en la mano para tomar la decisión.
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