Pinceladas del pasado
Por Roberto Abrodos (*)
Ah!! Tolosa, Tolosa mi barrio, mi risa franca, mis amigos, mis conocidos, mis viejos, los mates de mi vieja secándose las manos, la piba aquella que me dejó en chancletas, historias de amores, pasiones, cuántas cosas en mi viejo barrio del churrasco.
Los que crecimos en aquella Tolosa de ayer sabemos que los días de verano se desperezaban en largas siestas, el ruido del tren,... si hasta nos decía si hacia frío, si iba a llover.
Díganme que es Tolosa?, es el silbato de la fábrica de sombreros!!, el ruido nocturno de los barcos cuando el viento estaba del sudeste... acaso.
O el trabajo y los maquinistas con sus canastos de mimbre rumbo a la estación de ferrocarril.
O las emociones al sentir crujir bajo nuestros pies la arquitectura del puente, conmovido por el paso del rápido a La Plata, o el cementerio de las maquinas entrando por la tres.
O la vía muerta de 527, la histórica,.... ir con mis viejos a la última alcantarilla, que era como ir a quien sabe a que aventura exótica en aquella mente de niño.
El panorama hoy cambió, la autopista, el progreso, ya cuesta encontrar desde la ventanilla la vieja vía, ya no se ve al gordo Machimber pasando con su carro.
La cancha de Los Tolosanos ya no está, está en nuestra memoria.
Aquellas trenzadas entre El Cruce y Los Tolosanos, y el equipo saliendo a la cancha impecablemente y completamente vestido de blanco.
Y el negro Cuello haciendo diabluras con la pelota en los pies, don Pancho Mitre, poniendo orden atrás y el chuchi Mac Garva en la corrida hasta el gol, en la vieja cancha de pastos duros, allí nomás a vía por medio de la laguna del Aeroclub.
Y siempre el riel, el tren con su letanía, la máquina a vapor escribiendo el cielo.
Tolosa era un montón de trabajo, de casas que fueron poblando de a poco los grandes espacios abiertos, los baldíos, las calles de barro, el ir a tomar el "micro" 20 a 528 y 117 para ir a La Plata, o el tranvía 2 en 1 y 528.
Tolosa es más que este repaso.
Es el mágico sonido del botar de una pelota de cuero que anunciaba que había que ir para Los Pinos, a jugar al fútbol, con lluvia, con barro, con frío, siempre buscando el placer de "ir a patear", es que es un juego, un placer... una fiebre.
Tolosa era mi barrio si!!, que hay en la evocación?, qué duendes extraños del pasado sacan este recuerdo, es su gente, es Sud América, son los ingleses que enseñaron a manejar el ferrocarril.
Es el convoy de Don Pérez que hacia sonar el silbato de su máquina al pasar y ya todos conocían, es Don Fito con su paso tranquilo o la fábrica de jabón de 120 donde trabajaba mi abuelo que no conocí, o será el paso del caballo de don Servando Palencia.
O será la sonrisa buena de mi viejo haciendo la quinta o la sentada bailando el tango con mi madre.
Como antes, como ahora, las lanzas estridentes de los silbatos de los trenes abren brechas en la calma pueblerina, mas no destruyen la magia evocadora del paisaje azul recortando la torre de la iglesia, ni las tardes de la plaza Iraola, viendo salir al Doctor Laborde.
Quien dijo que Tolosa no tiene historia!!, y "Las mil casas" y su dueña doña Emma, la bellísima dama porteña de generoso corazón.
Si mi amigo Juan tiene la historia, si todos los que vivimos alguna vez en ella hicimos historia, porque este segundo que esta pasando ya es, historia, o acaso la Quinta Chica o la Quinta Grande no es pasado.
Si el Negro Cobos nació allí, y el guitarrista Pagues y la bailarina Mercedes Torres del Teatro Argentino.
Que no hubo sacrificio?!! y el Dr. Dorna con Clua por una barriada mejor, el Circulo Cultural, el San Martín, Villa Rivera, Rocha, Los Tolosanos.
Allí, en ese barrio tranquilo hasta lo increíble, quedó sepultada mi infancia. Ambas,.... barrio y edad pasaron para siempre, pero viven aún en mí. Tal vez como un contraste, tal vez como una angustia.
(*) Extraído del Espacio Cultural
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