miércoles, 9 de mayo de 2012

Un relato

“QUISIERA VER AL “EZE” PARA SIEMPRE…

Los ojos bien abiertos. Mirada elegante. Gambeta corta y larga. Derecho y zurdo. Pase profundo. Lucha y entrega. Ese era “el Eze”. Daba gusto mirarlo en nuestra querida cancha, en nuestro club del barrio. “Con este nos salvamos”, repetían los amigos imaginando un fugaz viaje a Europa, con “el eze” para dejarlo en tierras lejanas con su sueño de campeón. “Con este nos salvamos, hacemos los vestuarios, compramos pelotas y hasta levantamos una tribuna”, repetían. “El Eze” venia del “fondo del barrio”. Hermano de no se cuantos hermanos. Alegre y pícaro. Un pibe bárbaro cuyo sueño no era Europa. Su sueño era la pelota “y después veremos”, decía. Tenía doce años y un enorme futuro, no como jugador de fútbol, como persona, como pibe. Como “eze” había cientos y sabíamos que lo más importante era su sonrisa, su sentido de pertenencia a un grupo, el estar integrado con otros chicos. Una tarde el técnico nos dijo que hacía dos semanas que no venía a entrenar. Fuimos al cole. Hacía dos semanas que no aparecía por ahí tampoco. Y lo encontramos una tarde. Mirada perdida, ojos extraviados y balbuceante nos dijo:” estoy mal”. No hacían falta palabras. Fuimos. Vinimos. En la escuela no había forma de darle contención. La derivación desde un Hospital Público requería la orden de un juez. Los institutos de rehabilitación repletos. Su familia desarticulada tampoco lo cobijaba. Y un Estado ausente que se lavaba las manos más cercano a Poncio Pilatos que a Jesús en el crucifijo. Y así se “nos fue” el “Eze”. Hoy casi adulto, papá de dos pequeños,  limpia los vidrios de los autos en algún semáforo de la ciudad.
Y cuando lo cruzo, me sonríe desdentado, flaco hasta los huesos y me grita con cariño: “!Colo, radicheta, un día de estos paso por allá!”. Y yo pienso en Europa, en sus pases profundos, en su gambeta endiablada y no puedo dejar de sentir la trompada más profunda que la realidad pueda darte. Hoy estamos en campaña. Política. Y en este espacio gentil podría hablar de las propuestas, criticar a los adversarios, contar lo bien que vamos a hacer las cosas cuando lleguemos al gobierno. Prefiero recordar al “Eze”. No porque lo demás no sea importante. Propuestas tenemos y si somos gobierno nos esforzaremos para dar lo mejor de nosotros. Lo recuerdo a él porque sintetiza aquello que nos duele y nos obliga como políticos a luchar, a sentir, a trabajar por las cuestiones más simples que resuelven los problemas más complejos. Educación, salud, integración social,  no son conceptos abstractos. Son conceptos que “el Eze” nos enrostra desde su humanidad, hoy, casi miserable. La dignidad se construye con hechos. Y nosotros desde nuestra humilde pero perseverante militancia social vamos a marchar siempre por ese camino. Hoy es tiempo de elecciones. Vamos, votamos, festejamos, nos amargamos. La democracia es mucho más que eso. Y nos sobran espaldas y conducta para decir que pelearemos por una sociedad más justa, sin ladrones de guantes blancos, bien blancos que le roban el futuro a nuestros pibes. El “Eze” se nos escapó. Y nos duele. Pero todavía estamos a tiempo de que alguna vez sus hijos tengan una oportunidad. Por eso caminamos. Y quizás en un tiempo no muy lejano vuelvan los ojos bien abiertos y la mirada elegante. La gambeta corta y el zurdazo profundo. Y nosotros desde el viejo alambrado digamos convencidos que esta vez ganamos. Por eso cuando decimos que vamos a “Llevar los barrios al Senado”, lo afirmamos convencidos de que estas historias que nos marcaron para siempre serán las que nos permitirán trabajar desde nuestros orígenes y decir algún día, en algún lugar que alguna vez empezamos a ganar la batalla.
Pablo “Colo” Pérez.
“El Eze” no es eze, elegimos ese nombre para resguardar su identidad

No hay comentarios: