La mañana se presenta fresca. Corre el mes de agosto y algunos niños corretean por el descampado que da a la 525. No hace falta decir mucho. El aire huele a hierbas y flores y algunos ya ingresan al Cementerio por el viejo portón de la 119.
Ha fallecido Matías y los pobladores del cacerío saben que alguien importante vendrá a Tolosa. “Matías Behety, el poeta loco”, aclara Don Jaime con cierta resignación recordando algunas noches de copas compartidas en los boliches de la incipiente ciudad. Corre el año 1885 y Roca gobierna el país.
En la Tolosa prefundacional el cementerio recibirá los restos del joven poeta, el brillante poeta que a los 36 años desbarrancó su vida tras el alcohol y la bohemia nocturna.
Leucemia fue el severo diagnóstico que los médicos de Romero no pudieron detener. Meses antes había compartido con Leandro algunas charlas profundas en Balvanera.
“El poeta loco y el político-poeta loco”, se habían dicho entre si ante las carcajadas de los presentes.
Leandro ha salido muy temprano de la ciudad y va llegando. Lo acompaña su entrañable amigo Arresti. La gente ha escuchado de él. Su fama ya trasciende los límites del Buenos Aires roquista. Fue el que renunció a la diputación, afirma alguno de los presentes. Es Alem, dicen otros. El cotejo fúnebre avanza por “la calle de la amargura” y Leandro apesadumbrado se suma. El cementerio de Tolosa luce a invierno. Unas pocas palabras del cura de la zona y la ceremonia concluye.
Leandro sabe que se ha ido un amigo y mira a su alrededor los humildes hogares de la zona. Nada nuevo, piensa, pueblo olvidado y sin voz.
Años después el cadáver momificado de Matías Behety será toda una noticia para la ciudad. Como Leandro.
Leandro Alem, el revolucionario, el fundador de la intransigencia radical caminó por las calles de Tolosa…lo esperarían años duros, de lucha y pasión…
El regreso a la ciudad transcurre silencioso, enigmático, como lo fue su figura… Nada nuevo, piensa, pueblo olvidado y sin voz. Habrá que pelear mucho para que esto cambie, reflexiona…Arresti maneja el carro y asiente con la cabeza. Sabe que Leandro no se dará por vencido y que con el correr de los años será Alem. Nada más, ni nada menos que Leandro Nicéforo Alem…el que camino por las calles de Tolosa.
1 comentario:
Me parece muy buena idea, y felicito al director de la revista, la decisión de publicar las historias de Tolosa. Es una buena vía para conocer nuestro pasado y dejar testimonio del mismo. Sigan así, yo los prefiero a cualquier otra publicación, vacía y sin contenido, por más que venga en colores.
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