viernes, 16 de octubre de 2009

Historia de vida


Víctor Basterra, protagonista

de los años más difíciles

Estuvo detenido durante la última Dictadura Militar, en la Escuela de Mecánica de la Armada. Hoy trabaja en ese ex centro de detención, por la Memoria. Y es vecino de Tolosa

Por María José Ludovico

Victor Basterra fue secuestrado en el mes de Agosto de 1979. En ese entonces era obrero gráfico y militante del peronismo. Ya había sufrido varias amenazas e ingresado varias veces en la comisaría por participar en actos. Pero los militares encontraron en él un dato que les podía ser útil: su afición por la fotografía y los conocimientos en elementos de seguridad en la impresión. Años después lo sería para él y los familiares de las víctimas del terror.

"Era un viernes, a las 10 de la mañana. Había salido de una operación, por eso caminaba con dificultad, pero estaba lijando una ventana. Estaba con mi compañera y me hija, de dos meses. El perro, que estaba en la terraza empezó a ladrar y cuando me asomo veo cuatro tipos apuntándome. Le grité a Laura, mi compañera, para que no salga. Ellos entraron y se las llevaron, y a mí me dieron una paliza ahí mismo"

Uno se pregunta si esto era común en aquellos días, si esperaba ese destino. Y Basterra comenta que ya se sabía de varios compañeros que se habían llevado, que había entrado varias veces a la comisaría, que siendo militante y sindicalista en oposición a la dictadura se esperaba algo así, pero aclaró "suponía que iba ser duro, pero lo más notable fue el sin tiempo, la rapidez con que se sucedieron los hechos"

Luego fue trasladado al predio de la ESMA, allí estuvo en distintos sectores llamativamente nombrados "la Huevera", "Capucha", donde los mecanismos de tortura empleados fueron varios y atroces, con escasez de elementos pero aterradores. Y además, cuenta Basterra que se vivenciaban violaciones y golpes a compañeros y compañeras sin poder hacer nada.

Mientras tanto la familia estaba afuera. "Laura y la nena habían sido liberadas a la semana eso si sabía, pero después nada más . Más adelante, a veces me aparecía yo acompañado por un tipo en casa o hablaba por teléfono" (..) el fin era que se quedaran tranquilos, que no denuncien", concluye Basterra

Pero hacia el 80, varios de sus compañeros habían sido liberados. El había salido de Capucha, y un prisionero que aún estaba en ese lugar le marcó: "Que no se la lleven de arriba" y Basterra cuenta que asimiló ese mandato. A partir de allí desarrolló una extraña capacidad, nombres verdaderos y los utilizados en la documentación, y apodos de oficiales, suboficiales, se grabaron a fuego en su memoria.

"A medida que van liberando compañeros, voy asumiendo roles", cuenta el ex detenido Había mucho trabajo de fotografía documentación y los militares sabían que Basterra les podía servir con esto. "Cuando quedo solo fue cuando decidí guardar una foto. Ellos no abrían donde estaba el papel fotosensible, porque se velaba. Así junté un montón de fotografías, hasta que un día dije esto no puede quedar acá"

Mientras tanto en las salidas esporádicas, Basterra llevaba consigo las fotografáis y las escondía. Pero todavía no sabía bien que haría con ellas. Hacia diciembre de 1983 fue liberado, y allí comenzó a ordenar los elementos con los que cotanba en su cabeza.

"No sabía cual sería el devenir de la historia. En el 80 veníamos del mundial, de la plata dulce, de una clase media que hacía caso omiso a los desaparecidos, quien iba a imaginar que se iba a dar vuelta la historia. Y, si luego de Malvinas, se comienza ver la posibilidad de que esto salga a la luz", afirmó.

Al comenzar los juicios, las fotos que sacó en su cautiverio, fueron utilizadas como pruebas, y para reconocer a otros genocidas. Su testimonio estuvo presente en juicios en nuestro país, en declaraciones en el exterior. Y a 30 años de aquella triste historia de nuestro país. Víctor Basterra sigue luchando por la memoria, trabaja en ese mismo lugar que lo tuvo como prisionero, pero sostiene que "la memoria es el motor de la esperanza"

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