lunes, 5 de mayo de 2014

Siempre nos sorprende con algo curioso

Visitar el taller de Néstor López en la calle 521 entre 6 y 7 es encontrarse con sorpresas. El técnico nos aporta con frecuencia material para nuestra revista. Siempre las charlas comienzan con un tono informal, pero después vuelca toda su pasión y comienza con un relato pormenorizado del objeto que tiene frente a si. Recordamos el cuadro que está en su taller y grafica el viejo edificio de la Escuela Nº 89, ubicado sobre la avenida 520 cuando la construcción en la zona estaba raleada. También guarda como un tesoro una medalla recordatopria de la inauguración de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen. Nacido en el hogar familia ubicado en 3 y 522, en lo que se denominaba Villa Rivera, la vida de Néstor transcurrió íntegramente en las calles tolosanas siendo testigo privilegiado de los cambios y expansión del barrio. Néstor López cuenta con una habilidad especial y a lo largo de su vida supo explotarla para dar rienda suelta a su pasión de restaurar diversos tipos de armas y realizar réplicas perfectas. Muchos de sus trabajos están orientados a recuperar piezas arrumbadas y olvidadas, que con mucho trabajo vuelven a lucir como nuevas, más de un siglo después de haber sido creadas. Siempre sostuvo que su meta es darle a cada pieza el aspecto que el artesano que la creó le proporcionó antes de entregársela a su dueño, cuidando cada uno de los detalles. Tal vez, dentro de sus tesoros, la réplica del sable corvo del General San Martín sea lo que más cautiva. Pero esta vez nos sorprendió con otra cosa. Una Victrola y una victrola portátil o fonocaja relucían en la mesa de trabajo, coqueteando con los modernos plasmas. “Pensar que tienen casi 100 años y funcionan a la perfección. No como estas cosas (señala a los plasmas) que duran poco y nada”. La victrola es un antiguo reproductor de música que funcionaba a cuerda (sin electricidad). Fue toda una novedad a comienzos del siglo pasado por la reproducción de discos a 78rpm., superando en popularidad al fonógrafo. Tiene una gran bocina exterior, que fue característico a los aparatos que se fabricaron hasta 1910, antes de que las firmas como la Victor, la Columbia y la Decca comenzaran a producir vitrolas de mueble para el salón, y de maletín o portátiles para sus viajes. La victrola es más antigua, pero no conserva su estado original, ya que cuenta con el mecanismo de relojería modificado. En cambio la fonocaja, si bien posterior en el tiempo, está en perfectas condiciones y hasta la cama depana en donde se apoyan los discos está impecable. Solo hay que girar la manija unas cuantas vueltas y colocar la púa sobre el disco de pasta. El aparato se encargará de reproducir íntegramente el disco. Una verdadera maravilla, que te transporta en el tiempo.

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